En Hialeah (ja-ya-lía) la calle es mía
Al levantarme en la mañana y escuchar las noticias mientras me preparo para el trabajo, se me ocurre que cada vez que me siento ante el volante, no es tanto la preocupación de las condiciones del trafico lo que me preocupas, sino es la actitud de los choferes que me pone la piel de gallina.
Cierto que Miami y los pueblos de la redonda son imanes para los emigrantes de países de habla hispana, nadie que viene a un país extraño se siente mas cómodo y seguro de sí que en un pueblo donde la mayoría de sus habitantes son de habla hispana. Pero esa nombrada suerte viene con la inexperiencia de sus choferes, y enfrentando el pobre entrenamiento. Con una población que cierto porcentaje ha tenido malos hábitos como chofer, debido a la emigración o traslado, las reglas y lecciones de transito son increíblemente laxas.
La juventud padece de los mismos males de los emigrantes, falta de experiencia y poca práctica. Y las personas mayores de 65 años de edad, rehúsan dejar el timón porque el sistema de transportación pública es tan arrollador como el seguro de autos.
Y nos preguntamos, ¿Qué hacen los choferes de experiencia que viven en Hialeah? Pues la respuesta es muy fácil, APRENDEN A FRENAR. La mayoría nos convertimos en feroces bestias en el momento que nos sentamos ante el volante y nos vemos esquivando los errores del resto de la población como si estuviéramos corriendo un maratón lleno de obstáculos que necesitamos evitar si deseamos llegar a nuestro destino sin accidentes. ¡Nunca te distraigas! Señal para doblar ¿Qué es eso? STOP ¿Qué dice? Semáforo con luz roja “Ni lo sueñes voy a parar”. ¡Haz izquierda, mi amigo, que importa que estés en la línea de la derecha! ¿Dónde queda? “Tírate, hombre, qué esperas”. Y retorciendo el volante para evitar problemas, terminas siendo tú (el chofer de experiencia y cauteloso) el que rompe las reglas del transito. ¡Estate alerta!, pues otro automóvil nos puede tocar por atrás o nos encontramos tocando levemente el auto de enfrente porque no avanzaron cuando debían o están entretenidos y en el teléfono portátil.
Es increíble como la población se adapta a aceptar que cada chofer en Hialeah se siente como si la calle fuera de ellos, “Estoy aquí”, se dicen, “Esta es mi ciudad, mi calle, y hago lo que quiera aquí”. “Si deseo llevarme el PARE, me lo llevo” “ Si no deseo avanzar cuando la verde del semáforo cambia, pues no avanzo” “Si deseo cambiar de línea sin ver si alguien viene, pues me cambio” “Si deseo hacer una izquierda desde la línea de la derecha, pues la hago” “Si deseo hacer una derecha a la línea izquierda desde un parqueo privado, pues lo hago” “Y si deseo manejar despacio en una zona de 40 millas por hora, pues lo hago”.
“En Hialeah, la calle es mía” Y si por una casualidad te encuentras con un policía de transito observando el movimiento irracional del chofer, visita la corte de Hialeah un Lunes por la mañana, y encontrarás mas comedias que en la televisión.
Los chóferes de experiencia en Hialeah siempre deben de estar en control del volante, porque el respeto a las reglas de transito no existen. Y en el momentos menos esperado un residente de Hialeah decidirá incluirse en el tráfico, y no le importará en lo absoluto a quien se le atraviesa, y si lo chocan, mejor, pues así puede irse al hospital, clavarte con una buena demanda y colectar unos miles de dólares en daños personales. ¡Suerte!
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